María
2014 El Salvador
Hoy día me siento plena, agradecida. Encontré una razón para seguir luchando, para haceles saber a las mujeres que el aborto no es tan terrible como lo pintan, que no es un acto egoista, sino un acto de valentía y amor por un bien mayor, que es nuestra propia vida. Y que nauestra vida vale mucho, y vale la pena ser vivida.
Había leído lo suficiente y estaba familiarizada con el proceso. Tomé la primera pastilla y no sentía nada distinto, cuando inicié la primera dosis de misoprostol empezó el sangrado y los demás síntomas, fue una noche dura pero soportable, dormí mucho. Y 15 días después me revisó la ginecóloga, me aseguró que el proceso había finalizado correctamente.
¿La ilegalidad del aborto afectó sus sentimientos?
Es duro saber que estás sola durante este proceso, aunque mi compañero estuvo conmigo todo el tiempo, es duro saber que tenés que estar preparada, y que no podés ir a un hospital en caso de una emergencia, ya que en mi país, las mujeres que abortan van del hospital a la cárcel, he conocido casos de mujeres que llegaron al hospital con hemorragia y no recibieron atención médica debido a la penalización absoluta del aborto.
¿Cómo reaccionaron otras personas a tu aborto?
Recuerdo que cuando era adolescente pensaba que si algún día me embarazaba iba a suicidarme, porque no iba a ser capaz de abortar. Casi una década después, pienso totalmente distinto. En la universidad hice una investigación sobre la penalización absoluta del aborto, en mi país todas las formas de aborto son ilegales, incluso los abortos espontáneos son penalizados. A 3 años de esa investigación y de mi activismo, me enteré que estaba embarazada. He pasado los últimos 4 años con el mismo compañero, anteriormente habíamos considerado la posibilidad y desde mucho antes sabíamos cuales serían nuestras acciones. Y así fue, cuando nos enteramos buscamos quien podía ayudarnos, conseguimos las pastillas e iniciamos el proceso que duró al rededor de 24 horas. Él estuvo conmigo todo ese tiempo, me reconfortó. Yo tenía clara dos cosas: la primera es que la decisión de abortar es la misma que toma un lobo al arrancarse la pata que tiene prensada en la trampa y que el aborto es una pérdida. Y el aborto en países como el mío, donde el miedo a ser descubierta, a no poder contárselo a nadie agrava la situación, porque nos quita la oportunidad de vivir un luto adecuado que nos deje sanar. Por mi parte, yo lo viví así: lo hablé, lo lloré, después pinté varios cuadros. Nunca olvidaré que estuve embarazada, es un recuerdo que atesoro, considero que mi desición de abortar es el acto de amor más grande que pude tener hacia mí y mi hijo, no quería convertirme en una madre ausente, que tenía que trabajar todo el tiempo para mantenerlo, que él o ella fuera un niño criado sin atención y con abandono, jamás me perdonaría repetir historias. Desde niña sabía que iba a romper con los círculos viciosos en los que giraba mi familia. Y así lo hice, unos pocos meses han pasado desde mi aborto, y me encuentro tranquila, en paz conmigo misma. Haber pasado por esto me enseñó muchas cosas sobre mí, me recordó que amo la vida y que me quedan muchas cosas por hacer, muchas metas que alcanzar. Por hoy no sé asegurar si algún día decidiré ser madre, es algo que hasta el momento no considero, pero si algún día lo decido, estoy segura que lo haré muy bien, principalmente, porque será mi voluntad y no un destino que tuve que asumir.