Montse
"Un acto amoroso"
2014 Mexico
A los cuatro días de retardo me hice una prueba de orina, me sentía alarmada aun cuando había tomado pastillas de emergencia. La prueba fue positiva. Lo supe en el baño de un restaurante junto a una amiga que no podía ocultar su sonrisa por saber de mi embarazo, después de todo no somos unas adolescentes, pero mi situación me hacía pensar cosas encontradas; me vi con una bata rosa acariciándome el vientre en medio de un jardín; pero también me imaginé empapada en mi llanto con los pies enlodados. Me llené de pánico, le había pasado a algunas de mis amigas, habíamos platicado de esto muchas veces, pero sentirse así es de verdad angustiante. Por la incertidumbre del rumbo que tomará tu vida, si la familia te apoyará, si tu pareja estará contigo, si se tiene para mantener, que nivel de vida se le puede dar, si serás buena madre ¿Quiero ser madre? ¿Estar embarazada me hace serlo? ¿Tengo la obligación de serlo? Entonces intenté separar las emociones y juicios que me inundaban. Empezando por los valores pues me educaron para proteger y cuidar la vida sobre todas las cosas. Desde ese punto de vista, mi familia estaría de acuerdo con mi embarazo. En cuanto a mi pareja, bueno, somos una linda pareja en su cama, él nunca ha expresado abiertamente sus sentimientos sobre lo nuestro, pero definitivamente no quiere ser padre. Por otra parte mis planes a futuro cambiarían drásticamente o bien tendrían que definirse, para enfocarse en la crianza. Lo anterior me hacía pensar que mi “deber” era tener un hijo. Porque la vida es lo primero, porque así me educaron, porque amo al padre, porque ya estoy grande, porque tengo que hacerme responsable de mis actos, porque debo madurar, bla bla bla…. El caso es que yo no quiero esto en mi vida, no por ahora, no así. ¿Y lo que yo quiero cuenta? Sí, es lo primero, es mi vida, mi cuerpo y destino. Las hormonas me hacían sentir extraña y en momentos encantada con la idea de la maternidad. Pero después de mucho meditar me di cuenta que todas las razones para ser madre eran externas a mi deseo. Así que le pregunté a mi corazón por quién debería actuar y decidí hacerlo por mí antes que nadie más. Fue así como decidí abortar. Fui a una clínica con mi pareja, y me dieron un tratamiento abortivo con medicamentos. Antes de tomar las pastillas le pedí perdón a lo que habitaba en mí. Y me sentí triste. Al despertar, tuve una sensación distinta como un desprendimiento, supe que ya no vivía. Y sentí un gran alivio como si me hubiera quitado una carga pesada, llegué a sonreír, al mismo tiempo me llené de culpa. Me sentí sola, temerosa, cobarde, asesina, traidora, egoísta. Hasta recordar que actué por mi vida, sueños y ética personal. No por los que otros consideran bueno, sino por lo que quiero para mí. Contrario a lo que se piense, una mujer que aborta se encuentra en una posición muy difícil, va en contra de los ideales sociales. Abortar es la decisión más dolorosa que he tomado en mi vida, pero hoy sé que fue la más sana. Por mi vida, la de ese ser y la del padre. Pues no era un hogar lo que ofrecíamos, ni una devoción innata, nadie merece llegar al mundo de forma obligada o accidentada, o ser llenado de frustraciones. Además mi organismo se encontraba demasiado contaminado debido a las enfermedades que me habían atacado en los últimos meses, la posibilidad de problemas serios de salud era muy alta. Nadie merece ser obligado a ser madre o padre, somos humanos, no máquinas reproductivas, la paternidad requiere vocación, voluntad de tenerla, y no era mi caso. No sé si a los demás les parecerá válido mi argumento para abortar, el caso es que nada de lo que los otros piensen es más importante que lo que siento, cada una tendrá sus motivos, y sólo cada una podrá entender la gravedad de éstos. Hoy a un mes de haberlo hecho, me siento muy tranquila y en paz conmigo. Los primeros días fueron muy dolorosos en todos los sentidos, tuve que cuidarme mucho. Leer los escritos de otras mujeres que abortan me hizo saber que no estaba sola, que había muchas mujeres que habían padecido lo mismo que yo , y se habían recuperado. El dolor es parte esencial de la formación, deja huellas y experiencias. Esta experiencia me ha impulsado a seguir mis sueños, a cuidar de mí. Por eso lo llamé acto amoroso, por haberme recordado el amor por mí.
Fue doloroso, aunque procuré seguir las indicaciones y cuidados, los primeros días fueron muy dolorosos. Aunque cada día me sentí mejor.
Las causas bajo las quedé embarazada, la situación con mi pareja, mi precaria salud. No era un buen momento para entrar al mundo de la maternidad.
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Sí, fue de gran ayuda, me dio tranquilidad saber que podía solicitar el procedimiento en un lugar seguro
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En la capital el aborto es legal