Marcela Ocampo

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2014 Ecuador

Así fue el aborto. De alguna manera o más bien de muchas maneras el aborto se ha satanizado sin que apenas haya cabida para uno imaginarse que podría provocarse uno sin generarse daños de por vida en el cuerpo y el alma. Desde las poco eficientes campañas de educación sexual que se dan en escuelas y colegios hasta los ya desgastados y retrógrados discursos de la iglesia o de las iglesias el aborto se muestra como un sacrilegio que ahora desde mi experiencia sé que no lo es. Soy consciente que cada cuerpo y experiencia difieren para cada mujer, sin embargo creo que el hecho de que no circule otro tipo de información y experiencia sobre el aborto limita la posibilidad de que como en mi caso el aborto se viva de buena manera. Desde muy pequeña pensaba que no quería ser madre, ese deseo se mantiene hasta ahora y las razones más allá de que el mundo está llevado, de que ser madre podría interferir en mi proyecto de vida, no desear ser madre más bien obedece simple y llanamente a que no quiero serlo. Me embaracé de un chico por el que extrañamente con frecuencia sentía que quería estar embarazada y tener un nene. No podría explicar porque aun deseando no ser madre me pasaba eso con él, pero así era, incluso en sueños aparecía con frecuencia mi maternidad a su lado. Fuimos descuidados, quizás por ese deseo latente de engendrar un ser. Y hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad. Después del primer descuido me tomé una pastilla del día después, pero seguimos estando sin cuidarnos. El resultado más que obvio fue el embarazo. Decidí hacerme la prueba tras que estando en un vestidor me vi los pezones gigantes. La prueba de farmacia salió digamos que parcialmente positiva y luego la de sangre confirmó el embarazo. Cuando leí el positivo me puse muy mal, el cuerpo me temblaba…Sabía que debía hacer pero aún me parecía imposible estar pasando por ello. Con él ya sabiendo que no nacería, me permití soñar. Pensamos que sería un chico y nos imaginamos situaciones de crianza, incluso una vez tras mientras hacíamos el amor yo nos vi sentados con un nene de unos 6 años en el techo del remesero donde había empezado nuestro amor, lloré mucho con esa imagen. Pero permitirme que eso fluyera sin ponerle límite no significaba desear ser madre, consideraba que era apenas pertinente permitirme sentir esas cosas aun sabiendo mi firme desición. El mismo día que me enteré revolotee buscando como acceder a las pastillas, tras varias llamadas tuve el dato de una droguería en el centro de la ciudad donde las vendían, al otro día ya tenía las pastillas. Antes de ir a comprarlas volvimos a cuestionarnos el tenerlo, pero dejando de lado el romanticismo, la decisión siguió siendo la misma. Decidí hacérmelo en Quito, en mi casa y escogí como compañía a un amigo que tenemos en común. Me parecía que eso aliviaría la distancia, pero tristemente ese amigo no resulto siendo tal. Aunque estuvo muy dispuesto a acompañarme su actitud frente a la situación era frívola. Por detalles a los que no entraré este amigo le contó a mi anterior pareja lo del embarazo y eso me pareció una falta total, se me hizo evidente su falta de comprensión frente a la situación y decidí que entonces él no sería la compañía adecuada para el aborto. Eso me hizo sentir muy muy sola, tanto que pensé en hacerlo sola sin importar los riesgos. Acá en Quito, pese a tener mi casa, no tengo gente cercana, ni amigas ni amigos que pudieran acompañarme y eso resultaba muy doloroso por la situación. En esos días justo empecé a tener síntomas de embarazo, náuseas y vómito en la mañana… Antes de hacerlo debía viajar un fin de semana a dar clase así que lo realizaría tan pronto llegara de nuevo. A dar clase también viajaría mi anterior pareja. No quería verlo, menos después de saber que sabía de mi embarazo, pero era inevitable. Así como lo fue también que tras varias horas viajando juntos se tocará el tema. Finalmente me dijo que él quería acompañarme pese a todo y lo haría con el amor que me tenía entendiendo que era una cuestión de practicidad. Pese a los conflictos que me suscitaba acepté con humildad y amor su compañía, entendiendo también lo práctico de no estar sola por sus peligros. De quien estaba embarazada aunque pendiente del asunto no estuvo a la altura de la situación, no supo de mis síntomas de embarazo, no tuvo detalles de lo ocurrido con el amigo en común, ni de quien me acompañaría. Tampoco tuvo oídos para escuchar mis más profundos miedos, así que durante el proceso solo le di cuenta de manera general de cómo iban las cosas. Y al fin del día, aunque parezca tonto, puso una imagen en su Facebook, que me desconcertó. Una imagen en la que un caballero del zodiaco se paraba resignado de su asiento en un bus para cedérselo a una mujer embarazada. Pese a todo, a eso que llaman las nuevas masculinidades, el embarazo sigue siendo una situación embarazosa para ellos que en todo caso no se compara con lo embarazosa que resulta para la mujer que no quiere ser madre o incluso para quien desea la maternidad. En su casa y no en la mía, porque donde vivo es la casa de quien fuera mi amante antes y es apenas entendible que no quiera estar en ella…empezamos con un sahumerio y encendiendo una vela. Me puse las primeras cuatro pastillas bajo la lengua y espere con toda tranquilidad. Después de un rato empecé a sentir dolor de estómago, fiebre y escalofrío, me temblaba el cuerpo, pero todo muy tolerable. Pasaron las tres primeras horas y no hubo sangrado. Por mi cabeza pasaba ese máximo miedo que tenía de que fuera un embarazo ectópico por eso de las pastillas de emergencia, pero hacía de lado ese pensamiento y en cambio me decía que todo saldría bien. Tomé un caldo que él preparó, antes de la segunda dosis, y volví a poner cuatro pastillas bajo mi lengua. Quien me acompañaba sabía que estaba acompañando un ritual de vida y me pidió que le arreglara sus plantas mientras esto sucedía y si estaba en condición de hacerlo. Así lo hice, con toda la energía de la muerte que es vida, cuando empecé a sangrar, pasada la cuarta hora más o menos, trasplante sus plantas, les puse abono y sembré una cebolla a al que llame Emanuel. En ese transcurrir también empezó la diarrea y la temperatura seguía alta. El sangrado fue leve, antes de la tercera dosis solo había utilizado dos toallas higiénicas. Estaba esperando lo que había leído como el pico del aborto, en el que se aumentaba el sangrado y los calambres en el vientre. Me tomé la tercera y última dosis y me acosté, tras una hora empecé a sentir ese llamado pico. Fue el momento de mayor dolor físico pero seguía siendo soportable. El sangrado en efecto aumento y ya no era solo sangre sino también tejido. Eso me hizo sentir muy aliviada pues significaba que había sido exitoso. El síntoma estomacal no daba para que se considerara diarrea, solo era soltura estomacal. Tras ese pico de dolor y sangrado, sentí que me empezaba a disminuir la temperatura, cené y me acosté a dormir muy tranquila. Al amanecer ya no tenía fiebre, ni ningún tipo de dolor, el sangrado había disminuido y hasta ahora, tres días después se mantiene como si fuera el sangrado de los últimos días de una menstruación. De esas imágenes fuertes que me mostraron en el colegio sobre el aborto, no vi ninguna en mi experiencia, tampoco me sentí cometiendo un delito, no lloré ni me sentí anímicamente decaída. Por el contrario me alcanzaba a sentir alegre de que todo estuviera saliendo bien y de que en efecto había abortado. No me retorcí de dolor físico, ni nada parecido. Todo fue muy tranquilo y el dolor en el cuerpo fue muy tolerable. El sabor de las pastillas que era algo que me preocupaba no estuvo mal, no tienen sabor, se sienten arenosas y neutrales. Durante el proceso y todavía, no puedo dejar de pensar en las mujeres que en unas condiciones menos afortunadas que las mías no tienen acceso a un aborto seguro, se me salen las lágrimas pensando en que ahora mismo hay miles de mujeres en el mundo tratando de abortar con métodos peligrosos para su salud, quizás sin apenas saber que el método farmacológico es seguro y podría ser asequible a través de grupos de mujeres que están en contra del aborto inseguro. Antes de esto no había alcanzado a dimensionar el gran control que sobre el cuerpo de la mujer se ejerce. Lo sabía en teoría, sé qué somos el objeto estatal por el cual se reproduce la nación, pero me resulta espantoso saber que pude haber sido enjuiciada por esto, que aún podría ser enjuiciada por tomar una decisión sobre mi cuerpo y mi vida. Como mujer desde hace mucho he decidido-y no digo decidí porque es un continuo- renunciar al canon femenino y eso aunque me hace sentir bien ha implicado luchar, es decir enfrentarme a la sociedad y en situaciones como la de mi aborto sentirme muy sola. Pero esa lucha es diferente, de alguna manera la confrontación es lateral, no hay un sujeto tácito de enfrentamiento, pero con el aborto si, es la experiencia de una mujer, o de muchas, contra un sujeto explicito, contra la institución que encarna el estado que pretendidamente representa a la sociedad. Como los colectivos que he conocido por la web, creo que la lucha no es a favor del aborto, es más bien en contra de los abortos en condiciones insalubres y peligrosas para la vida de la mujer. No dejo de considerar un descuido casi que imperdonable no usar medios anticonceptivos para evitar pasar por el aborto, pero dado el caso, definitivamente el aborto ha de ser una decisión responsable de la mujer y de su pareja si es el caso. Es un absurdo que todavía el estado pueda inferir sobre el cuerpo de un sujeto y que pese a que en casa se puede realizar de manera segura el aborto farmacológico, no podamos acudir a un centro médico donde con la asesoría y acompañamiento adecuado estemos seguras de que todo saldrá bien. Así que la lucha es larga pero posible.

Más allá de que el mundo esta mal para tener hijos, de que ser madre puede interferir en mi proyecto de vida, creo que quien desea ser madre puede hacerlo de excelente manera pese a esas razones. En mi caso simplemente nunca he querido ser madre y por eso aborté.

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